Su pasado

Lo vendieron a una pareja en Francia como mascota y después de algunos años viviendo con ellos, le encerraron en una jaula. Siendo adolescente, le reubicaron en un parque público en la ciudad de Nancy, donde vivió en soledad hasta los 24 años. La gente que visitaba el parque, le echaba comida, basura y cigarrillos.

La organización francesa One Voice fue quien nos dio el aviso de alarma de la triste existencia de este chimpancé. Nos ayudaron con su rescate y lo siguen haciendo con los cuidados de Víctor de por vida.

Cuando llegó aquí estaba obeso y sin nada de musculatura, ya que le castraron de pequeño para ver si se hacía más dócil, y la falta de estímulos y ejercicio en el sitio donde estaba. Tenía que utilizar la boca para subirse, porque sus brazos débiles no podían con todo su cuerpo.

Tenía un gran apego a una manta a la que se abrazaba y se balanceaba constantemente para consolarse. También como síndrome de estrés crónico presentaba una obsesión por la comida que regurgitaba y se la tragaba una y otra vez.

Víctor había visto a otros chimpancés solo un par de veces antes y siempre fue de manera traumática, por lo que sus primeras asociaciones en MONA fueron muy difíciles para él. Llamaba constantemente pidiendo ayuda a los cuidadores, preso del pánico y durante los primeros meses perdió mucho peso. Tardó más de un año en atreverse a salir a los exteriores, y cuando lo hizo, solo utilizaba las zonas con cemento. Tardó tres años en poder formar parte del grupo.

Su presente

Ahora es uno de los chimpancés más sociables y cariñosos. Le encanta jugar con sus compañeros a hacerse cosquillas y tocar y parar. Cada día, cuando sale a los exteriores saluda a los demás chimpancés con un abrazo y llorando de alegría.

Aún no ha desaparecido su conducta de regurgitación, pero el balanceo se ha reducido mucho. Y hace años que se atreve a salir a los exteriores sin una manta.

Su vida social

Víctor intenta estar involucrado en todo lo que ocurre en el grupo y ser aceptado. Si se debe jugar se juega, si debe unirse en una pelea, pues se une. No parece interesado en adquirir un lugar de poder, solo en vivir en paz y que alguien le dé besos y lo abrace cada día.